sábado, 26 de septiembre de 2015

Las Salinas del Cabo de Gata.


Las Salinas de Cabo de Gata, formada por diversas charcas de escasa profundidad, es uno de los mejores ejemplos de sistema de albufera o laguna rasplaya, reconvertida por el hombre como salina mediterránea, siendo las únicas que quedan en explotación en Andalucía oriental y son de gran belleza. Abarca una superficie de 400 hectáreas, paralela a la línea de costa, separada del mar por una playa de tipo “barrera”, desde la playa de San Miguel a la de la Fabriquilla. Esta playa tipo “barrera” tiene unos 5 kilómetros de longitud y una anchura que oscila entre los 150 y 550 metros, aproximadamente. Se originó por la aportación del sedimento grueso de las ramblas y desplazado a lo largo de la costa por la deriva litoral. Las lagunas reciben aportaciones hídricas del agua de lluvia, de los cauces que evacuan hacia ellas y, en ocasiones, de los acuíferos subterráneos y del propio mar. La laguna tiende a rellenarse con sedimentos de diversas fuentes. Los más importantes son los proporcionados por los aparatos aluviales que desagüan los relieves de sierra circundantes. Menor importancia tiene el sedimento arenoso de las playas arrojado por el oleaje por encima de la playa barrera y el limo eólico aportado por el viento. La evaporación, controlada principalmente por la insolación directa y por el viento, juega un papel muy notable en la dinámica de estas lagunas, contribuyendo eficientemente a su desecación, de aquí que sean dispositivos idóneos para la fabricación de sal. Para evitar la erosión por la acción del oleaje y proteger las infraestructuras, el hombre a colocado grandes bloques de piedra a lo largo de la orilla

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